miércoles, 4 de noviembre de 2009

OKUPAS : UN PELIGRO EN EL CORAZON DE LAS CIUDADADES

Con independencia de otras acciones violentas o vadálicas que muchas veces van asociadas al individuos integrantes o simpatizantes del movimiento okupa o de otros grupos afines estratégicamente asociados, las ocupaciones ilegales de inmuebles, con independencia de sus diversas motivaciones, constituyen, además de actos ilegales, un verdadero peligro, que no debería ser ignorado o minimizado y que por si solo debería constituir una poderosa razón para acelerar los desalojos de los edificios o viviendas ilegalmente ocupados.

Ademas de las razones ya apuntadas en entradas anteriores, referidas a la recuperación de la posesión perdida por el propietario, y relacionadas con la Justicia y la Seguridad Jurídica del propietario, existen otras relacionadas, con la seguridad material de las personas y los bienes .

Además de la ilegal privación de la posesión que, para el propietario, que las ocupaciones ilegales implican, y de las molestias y deterioro de la calidad de vida para los vecinos de la zona donde se ubica el inmueble ocupado, hay que añadir los variados riesgos, que conlleva la ocupación ilegal; Y no solo para los propietarios, csino tambien para los propios okupantes, y lparaos restantes vecinos del inmueble o de los inmuebles colindantes o próximos.

Entre tales riesgos, deben destacarse especialmente , los incendios; los cuales, ademas de la alarma social y el peligro potencial que generan se producen con una preocupante frencuencia, como puede verse en las siguientes noticias ( 1 , 2 , 3 , 4 , 5 , 6 , 7 , 8 , 9 , 10 , 11 , 12 , 13 , 14 , 15 , 16 , 17 , 18 , 19 , 20 , 21 , 22 , 23 , 24 , 25 , 26 , 27 , 28 , 29 , 30 , 31 , 32 , 33 , 34 , 35 , 36 , 37 , 38 , 39 , 40)

Aunque la frecuencia con que tales incendios se producen en inmuebles ilegalmente ocupados no resulta fácilmente cuantificable, al no existir estadísticas específicas conocidas, cabe deducir, a juzgar por las numerosas y crecientes noticias de tales sucesos , que dichos incendios se producen en una proporción notablemente superior a los producidos en edificios ocupados por sus legítimos propietarios o por otras personas establecidas en los mismos de forma regular.

Ello resulta, a priori, fácilmente explicable, si se tienen en cuenta los factores diferenciales existentes normalmente entre un edificio ilegalmente ocupado y aquellos ocupados regularmente por sus propietarios, o bien por inquilinos u otras personas autorizadas.

Así, mientras en los edificios o viviendas regularmente habitados tienen, normalmente, un aforo limitado de habitantes y existe un control de las personas que los habitan; conscientes, además, de la importancia del mantenimiento del mismo de acuerdo con las normas y reglamentaciones existentes, en los ocupados ilegalmente, se produce, con gran frecuencia, un aforo incontrolado de personas, carentes casi siempre de vínculos familiares, afectivos o de otro tipo, así como de un interés específico en el mantenimiento del edificio o vivienda y de medios económicos para ello. Lo que a su vez se traduce en un escaso o nulo sentido de la responsabilidad, respecto al inmueble y a terceros; viéndose todo ello agravado por la gran frecuencia, con que los "ocupantes" consumen alcohol, u otras drogas, o sufren enfermedades psíquicas o mentales , como causa o consecuencia de su aislamiento social .

Además de lo anterior, las deficientes, cuando no penosas, condiciones de habitabilidad de la mayoría de inmuebles ilegalmente ocupados, constituye otro importante elemento que facilita la producción de incendios en los mismos. Así el habitual deterioro, deficiencia o incluso inexistencia de instalaciones eléctricas, o de otros suministros como gas o agua , dan lugar a conexiones o enganches ilegales y contrarios a las mas elementales normas de seguridad; sin que, en muchos casos, ni siquiera las propias compañías suministradoras sean conscientes o se preocupen de ello .

A lo anterior hay que añadir la habitual acumulación de basuras y enseres, así como que, debido a la inexistencia de calefacción adecuada, se suple ésta , a veces, con el encendido de fogatas cuyas llamas o rescoldos, en semejantes circunstancias, facilitan la producción de incendios.

En este sentido sorprende el estricto control administrativo sobre determinados aforos máximos exigidos en establecimientos o transportes Públicos, etc. y las rigurosas normativas a que tanto los edificios, locales y viviendas deben someterse para obtener las licencias de apertura o de primera ocupación, y el escaso interés intervencionista que se muestra por las condiciones en que se desarrolla la habitabilidad de los edificios ilegalmente ocupados.

Pero, junto a la producción de incendios en edificios ilegalmente ocupados, provocados de forma accidental o imprudente, como consecuencia de las habituales condiciones de vida de los okupas, descritas anteriormente, existen otras causas añadidas de producción de los mismos, que tienen un carácter voluntario e intencionado; las cuales deberían tomarse en consideración para acelerar los desalojos rápidos de tales inmuebles, por cuanto contribuyen, en buena medida, a incrementar las estadísticas de incendios en inmuebles ilegalmente ocupados .

En este sentido, existen diferentes tipos de personas que podrían tener interés en provocar un incendio en un inmueble ilegalmente ocupado y diversos móviles para ello.

En primer lugar tal posibilidad podría darse entre los propios ocupantes, derivados de la normal inexistencia de vínculos familiares o afectivos entre la mayoría de los ocupantes ilegales y los numerosos conflictos de convivencia susceptibles de producirse en semejantes condiciones, que pueden dar lugar a rencillas internas o venganzas por motivos varios como, envidias, celos, robos o hurtos entre si, tráfico de estupefacientes, etc.

También existe la posibilidad, nada remota, de que el mismo propietario , provoque el incendio, bien personalmente o por medio de encargo, ante la exasperante lentitud de la Justicia para proceder al desalojo . Especialmente cuando el inmueble está espera de ser demolido.

Existe una tercera posibilidad, nada desdeñable, de que el incendio resulte provocado por algún vecino de la zona, harto de soportar el deterioro de la convivencia y calidad de vida de los vecinos que este tipo de ocupaciones suelen provocar .

Asimismo, existe una última posibilidad de que los autores del incendio sean integrantes o simpatizantes de grupos radicales, contrarios a los “okupas” ; a los consumidores o traficantes de drogas o bien de carácter racista o xenófobo, en el caso que los okupantes respondan a alguna de estas características, o alberguen semejante sospecha.

Sean quienes sean los autores, motivos y causas de los incendios en los inmuebles ilegalmente ocupados, lo que resulta evidente es que los riesgos que de tal posibilidad se derivan afectan no solo a los bienes sino también a las personas susceptibles de ser afectadas, y que van desde los propios okupas hasta el propietario y los vecinos más próximos; sin olvidar, aunque tales riesgos sean inherentes a su profesión, a bomberos y policías que acuden a sofocarlos, quienes, en más de una ocasión han resultado afectados .

Todo ello constituye una nueva e importante razón de peso, para que nuestros políticos y jueces busquen las fórmulas para acelerar los desalojos de okupas, especialmente aquellos cuya ilegalidad resulta, prima facie, fácilmente apreciable .

¿ O preferirán, como hasta ahora, seguir siendo cóoperadores silenciosos para que este tipo de incendios se sigan produciendo ?.

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