jueves, 24 de septiembre de 2009

OKUPAS : LO QUE AUN NOS QUEDA POR VER


La pasividad y tolerancia con que nuestras leyes y gobernantes tratan el fenómeno okupa, y la comprensión y mansedumbre con que, la población en general y las víctimas en particular, responden ante los ataques al Derecho de Propiedad que suponen los actos de ocupación ilegal de inmuebles ya sean realizados por bandas organizadas en torno a una difusa ideología anarquista o por individuos o pequeños grupos de forma mas o menos espontánea o premeditada, me recuerda la comprensión con que que a comienzos de los años 80 del pasado siglo – y parece que fue ayer – se contemplaban las acciones delictivas de los, entonces incipientes consumidores de drogas.

El incremento galopante de los delitos, tanto en cantidad como en calidad – léase agresividad y peligrosidad – como consecuencia, por una parte de la explosión de , derechos libertades y garantías reconocidos por nuestra Constitución y desarrollados por nuestras leyes democráticas, unido al novedoso y creciente fenómeno de la drogadicción, y a la imposibilidad de los Cuerpos de Seguridad para frenar semejante avalancha delictiva, motivó en muchos barrios, hartos de tanta impunidad delictiva y del creciente sentimiento de inseguridad que destilaba, la aparición del tan novedoso como espontáneo fenómeno de las patrullas ciudadanas .

Desde entonces las patrullas ciudadanas han reaparecido, como el Guadiana , siempre que el déficit de seguridad en una zona termina por hacerse crónico, ante la pasividad de las autoridades . Y así resurgió nuevamente en los años 90, en barrios como Malasaña o Vallecas en Madrid, así como en El Raval o Ciutat Vella en Barcelona.

Aunque de honda raigambre, como puede verse, las patrullas ciudadanas,en España son, hoy como ayer, cuando menos alegales, en cuanto chocan frontalmente con el monopolio legítimo de la coacción que ostenta el Estado; por lo que su actuación, podría llegar a ser delictiva si concurrieran determinadas circunstancias. Sin embargo, constituyen un síntoma evidente de la ineficacia del Estado de Derecho para mantener la delincuencia en unos niveles tolerables para los ciudadanos. Tanto es así que en algunos países , como Italia, han llegado a tomar, recientemente, carta de naturaleza, al aprobarse por Ley su constitución y regulando sus caracteres y actuación.

Respecto al fenómeno okupa, que constituye, al menos en apariencia , una forma “sui géneris” de aplicación de un determinado concepto de Justicia interpretada y ejecutada por propia mano - o lo que es lo mismo al margen del Estado de Derecho – resulta evidente que, al menos en España, su crecimiento y auge en los últimos años, no está siendo respondido adecuada y eficazmente , por el Estado de Derecho a pesar de que, tales actuaciones, además un ataque frontal al derecho de propiedad, suponen una provocación a dicho Estado, así como la usurpación de una de sus funciones mas elementales.

A pesar de la ineficacia del aparato estatal en la defensa efectiva del Derecho de Propiedad Inmobiliaria, a pesar de que del mismo se derivanm para este, ingentes cantidades de Euros, que percibe en concepto de impuestos, aún no ha aparecido en España, un movimiento cívico semejante al de las patrullas ciudadanas de autodefensa para la prevención o el desalojo de edificios o inmuebles okupados; debido, tal vez, al carácter esporádico con que tales actos de okupación se producen, tanto en el espacio como en el tiempo; lo cual dificulta una adecuada toma de conciencia ciudadana del problema.

Sin embargo no es descartable que en un futuro no muy lejano, la miopía de nuestros legisladores y gobernantes termine por conseguir que las patrullas antiokupas, terminen siendo una realidad en nuestro país, tal y como ya ha ocurrido recientemente en Argentina para evitar la okupación de tierras por grupos de inmigrantes que pretendían constituir un poblado chabolista .

Aunque resultará difícil que esto se produzca entre los propietarios españoles, víctimas directas de los actos de okupación ilegal de inmuebles, debido a la dispersión en el espacio y en el tiempo con que suelen producirse tales actos, ya se han producido conflictos con los vecinos, a quienes las okupaciones afectan indirectamente, en cuanto mas pronto que tarde, terminan perturbando, en alguna forma, su normal y pacífica convivencia; tal y como ha ocurrido, por ejemplo con los vecinos del Mercado del Guinardo en Barcelona o como recientemente está ocurriendo con los vecinos del llamado “Patio Maravillas” del barrio de Malasaña en Madrid .

Y es que al igual que otros fenómenos de okupación, como la prostitución callejera, allá donde llegan los okupas , tarde o temprano tienden a producir una degradación del hábitat circundante, con su peculiar forma marginal de entender la vida unos/as y de ganársela otras/os.

Claro que no se puede ser ingenuos , porque , ¿ Como puede esperarse que respeten las mas elementales normas cívicas, quienes, como los okupas, presumen, con orgullo, de atacar nada menos que un Derecho fundamental como el de propiedad ?

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